Santi Cazorla, la leyenda que decidió luchar por su tierra

Hay decisiones en el fútbol que no se entienden con estadísticas ni trofeos, sino con el corazón. Santi Cazorla, a sus 40 años, lo entendió mejor que nadie. Cuando muchos pensaban que ya lo había dado todo, que su historia debía cerrarse bajo los focos de Catar, donde deslumbró con el Al Sadd tras su segunda juventud en el Villarreal, él eligió volver a casa. No a un palco ni a un homenaje, sino al barro de la Segunda División, donde la gloria es una cuesta empinada y el margen de error, mínimo. Volvió al Real Oviedo, su casa, su raíz, y lo hizo para luchar, no para ser recordado, sino para construir algo más grande que él mismo: el sueño de un club histórico de España.

En una época donde el fútbol es cada vez más negocio y menos sentimiento, hay gestos que emocionan por su rareza. Cazorla pudo seguir en Oriente Medio, donde aún marcaba la diferencia. Pudo retirarse con el reconocimiento internacional ya ganado. Pero eligió el camino inverso. Como Jesús Navas en Sevilla, que regresó a Nervión para seguir dejando su alma en la banda, Santi decidió que el fútbol debía devolverle algo a su tierra. A diferencia de otros grandes como David Silva o David Villa, que eligieron cerrar su carrera lejos de sus tierras, Cazorla quiso terminar donde empezó todo allá por 2001, en el fútbol base del conjunto asturiano. Donde su primer balón, su primera ilusión y sus primeras gotas de sudor nacieron.

Desde su regreso al Real Oviedo el pasado verano, ha jugado 28 partidos, suma más de 1.600 minutos, tres goles y cuatro asistencias. Casi tres pases clave por encuentro, un 85% de acierto en el pase, más de 100 centros, y dos penaltis convertidos con la sangre fría de quien ya lo ha vivido todo. Pero lo que no reflejan los números es su impacto en el alma del equipo. Porque cuando Santi toca el balón, el Carlos Tartiere se calla un segundo. Lo ven como un símbolo. No solo por lo que fue, sino por lo que representa hoy: compromiso, humildad, talento y amor por la camiseta.

El Real Oviedo es cuarto en la clasificación tras la jornada 38, con 65 puntos, a solo dos del ascenso directo. La llegada de Veljko Paunovic ha impulsado al equipo, que ha sumado 14 de los últimos 18 puntos. Aún quedan partidos clave, y el margen es pequeño. Pero si algo ha enseñado esta temporada es que con Cazorla sobre el campo, nada es imposible. Su fútbol no envejece, se transforma en legado.

Y si el Real Oviedo vuelve a Primera, no será solo por un sistema, una racha o una planificación deportiva. Será porque alguien que lo había ganado todo decidió volver para entregarse por completo a su tierra. No hay mejor despedida para una leyenda que hacerlo en casa. Y no hay mayor ejemplo para los que vienen detrás que el de un genio que, cuando pudo descansar, prefirió seguir luchando. Por amor. Por Asturias. Por Oviedo y por la historia de un club que en 2026 será centenario.