Por Tomy Gavaldá, CEO y redactor
Sábado, 14 de junio del 2025 a las 15:28

Las canteras evitan la deriva de LaLiga: la savia que mantiene vivo el fútbol español

Hubo un tiempo en que LaLiga española era el centro de gravedad del planeta fútbol. Atraía a las estrellas más luminosas, dictaba el pulso de las competiciones europeas y marcaba el compás de lo que significaba dominar con el balón en los pies. En sus estadios se reunían los mejores jugadores del mundo, los más caros, y sus partidos eran misas globales que paralizaban el calendario emocional de millones. Pero como suele ocurrir en las grandes historias, el esplendor no resistió al tiempo ni a sus administradores. Hoy, LaLiga se tambalea en el escaparate internacional, arrastrada por la incapacidad de sus dirigentes, con un nombre en el epicentro de la tormenta: Javier Tebas.

El modelo de gestión impuesto por Tebas ha sido, cuanto menos, cuestionable. Un sistema económico rígido, marcado por un férreo control del gasto y una venta centralizada de los derechos televisivos que, lejos de potenciar el producto, lo ha encapsulado en una fórmula estática. Mientras la Premier League dispara sus ingresos y reparte su riqueza entre clubes grandes y pequeños, en España se impone la austeridad como dogma. La consecuencia es visible y dolorosa: los clubes se ven obligados, temporada tras temporada, a vender a sus mejores futbolistas para cuadrar balances. Las estrellas buscan otros cielos (Inglaterra, Alemania, incluso Portugal o los millones de Oriente) mientras los estadios españoles apagan poco a poco su brillo competitivo.

El éxodo no es solo cuestión de mercado, sino de narrativa. LaLiga ha perdido no solo a sus referentes deportivos, sino también su lugar en la conversación global del fútbol. El resultado es una competición menos vibrante, menos magnética, menos temida. El producto se ha devaluado. Y sin embargo, como una planta que crece entre los adoquines, el fútbol español encuentra su redención lejos de los despachos, en los campos del fútbol base, en las botas de los niños, en los entrenamientos de las seis de la tarde donde los sueños aún no tienen salario.

Porque si la cúpula dirige mal, la base resiste. España no se sostiene gracias a sus dirigentes, sino a sus formadores. A los entrenadores, ojeadores, preparadores físicos y educadores que, desde las canteras, siguen creyendo en el fútbol como escuela de valores y talento. Es en las entrañas de clubes como el FC Barcelona (La Masía), el Athletic Club (Lezama), la UD Las Palmas (Barranco Seco), la Real Sociedad (Zubieta), el Villarreal (Miralcamp), el Valencia CF (Paterna), el Real Betis (Heliópolis), Sevilla (Nervión), Real Madrid (La Fábrica) o el Celta de Vigo (A Madroa), sin olvidarnos de Ibaia, Tajonar, la Dani Jarque o la Academia de Manzanares, donde se cocina con mimo el porvenir del fútbol español. En esos centros de formación no se fabrican ídolos, se cultivan personas. Y algunas, además, acaban siendo futbolistas extraordinarios.

No es casualidad que España, en pleno retroceso de su liga, exhiba la cantera más fértil de Europa. No es casualidad que, mientras el negocio pierde peso internacional, la selección nacional rejuvenecida se imponga con descaro y belleza. Pedri, Lamine Yamal, Nico Williams, Pau Cubarsí, Javi Guerra, Fermín, Mosquera, Baena, Zubimendi, … no son milagros espontáneos. Son frutos del trabajo paciente de un modelo de fútbol base que no se ha desviado del camino, aunque el mundo haya cambiado su ruta comercial.

La pérdida de grandes figuras ha sido dolorosa, sí. Y lo seguirá siendo año tras año, porque esto va para largo. Pero, paradójicamente, ha dado espacio a nuevas generaciones constantes. A un poder de regeneración infinito. Al no poder fichar fuera, los clubes se han visto obligados a mirar dentro. A confiar en el chaval que venía del filial, al que antes se le negaba la oportunidad por miedo a la inexperiencia. El resultado ha sido una cantera revalorizada, un semillero convertido en columna vertebral del presente. Y la recompensa no tarda en llegar: España vuelve a sonar como candidata a todo, con una selección que no depende de estrellas planetarias, sino de un bloque joven, valiente, técnico y preparado.

Mientras los dirigentes continúan aferrados a modelos que huelen a naftalina, son los formadores los que salvan al fútbol español del naufragio. No es LaLiga quien sostiene a las canteras, es justo al revés. El prestigio internacional de España como potencia futbolística no se debe al modelo Tebas, sino a quienes, día tras día, siembran futuro en campos donde no hay cámaras ni focos, pero sí vocación. Sin ellos, sin esa red silenciosa que sostiene al talento desde los doce años, el fútbol español sería hoy una ruina sin esperanza.

Tomy Gavaldá

Tomy Gavaldá

CEO y redactor

CEO y administrador de FutbolFantasy.com desde 2011. Programador informático y desarrollador de aplicaciones multiplataforma. Redactor jefe, community manager y streamer.