El Real Oviedo abre un nuevo capítulo: de la intensidad de Paunovic al método valiente de Carrión
El relevo entre Veljko Paunovic y Luis Carrión marca un punto de inflexión en el proyecto del Real Oviedo: del orden y la contención al intento de recuperar un fútbol valiente y propositivo, en medio de la urgencia por sobrevivir en Primera División

El relevo en el banquillo del Real Oviedo no es solo un cambio de entrenador, sino un giro de identidad. Entre la emoción del ascenso y la crudeza de Primera, el club asturiano afronta una encrucijada que puede definir su destino esta temporada.
La destitución de Veljko Paunovic y el regreso de Luis Carrión al banquillo del Real Oviedo representan una de esas transiciones que van más allá de la mera sustitución técnica. No se trata solo de nombres o de estilos, sino de cómo un club intenta reencontrarse con sí mismo tras un ascenso que devolvió la ilusión a la ciudad, pero que también ha expuesto sus limitaciones en la élite.
El movimiento ha sorprendido por su timing, más que por su fondo. El cese llegó un jueves, en pleno parón de selecciones, una decisión tan poco habitual como sintomática de las prisas. Desde el entorno del club se apunta a la necesidad de asegurar a Luis Carrión, quien figuraba en las quinielas de varios equipos de Segunda. Una maniobra preventiva, quizás lógica desde la dirección, pero que deja la sensación de ruptura abrupta.
Paunovic: un ciclo intenso, corto y desgastante
Paunovic, con su carácter exigente y metódico, había devuelto al Real Oviedo a Primera después de 24 años. Su llegada activó a un club dormido y unió a una afición sedienta de épica. Pero en la élite, esa chispa emocional se diluyó pronto. El técnico serbio nunca llegó a encontrar una estructura estable tras el impacto inicial de su desembarco. Su Real Oviedo fue un equipo ordenado, solidario, pero excesivamente reactivo.
Los números son demoledores: cuatro goles en ocho jornadas, el conjunto menos goleador y menos rematador de la categoría. Defendía mucho y bien —Aaron Escandell, su portero, figura entre los más destacados de LaLiga—, pero pasaba la mayor parte de los partidos encerrado en su propio campo. El Real Oviedo ha sido el equipo que más tiempo ha pasado en bloque bajo y el más rematado del campeonato. No porque defendiera mal, sino porque defendía demasiado.
El ataque era su gran lastre. Dependía casi exclusivamente de las conducciones de Hassan o de alguna inspiración aislada de Chaira. En ese contexto, delanteros como Salomón Rondón o Álex Forés se veían obligados a batallar lejos del área rival, en escenarios donde su fútbol pierde eficacia. La escasa conexión entre líneas y la indefinición en el centro del campo —con piezas como Ilić, Colombatto o Dendoncker sin un papel claro— completaban un panorama gris.
La plantilla, por otra parte, no acompañaba. Solo dos fichajes con inversión —Ilić y Chaira— y varias oportunidades de mercado perdidas como Jovic y Maksimovic. Un bloque justo para Primera, que además no terminaba de responder a la idea ambiciosa que Paunovic pretendía implantar.
Entre la gratitud y la necesidad
Destituir a un entrenador antes de la jornada 9, con el equipo fuera del descenso, puede parecer precipitado. Y lo es, salvo que el rumbo futbolístico se perciba sin retorno. El vestuario no estaba roto, pero sí existía un desgaste natural. Paunovic es un técnico intenso, de los que aprietan cada día, y en un entorno como el oviedista —emocional y exigente— esa tensión acaba pasando factura.
La dirección del club, consciente de que el margen de reacción se estrecha en Primera, ha optado por intervenir antes de que la situación derive en urgencia. La lógica empresarial del Grupo Pachuca se impone a la emocional: el pasado ya no sirve como escudo.
Luis Carrión: la nostalgia como punto de partida
La elección de Luis Carrión responde tanto a la memoria como a la convicción. En Oviedo lo conocen, lo admiran y lo asocian con uno de los estilos de juego más atractivos que ha visto el Carlos Tartiere en años recientes. Su anterior etapa, marcada por la verticalidad, la presión alta, con carrileros muy ofensivos (Pomares y Viti Rozada) y el dominio territorial, devolvió la alegría a una grada que disfrutaba de ver a su equipo en campo contrario.
Durante aquella temporada, el Real Oviedo de Carrión fue el tercer equipo con más posesiones en campo rival y el cuarto que más balones recuperaba por minuto en Segunda. Una estadística que contrasta radicalmente con el Real Oviedo actual, el que menos recupera de toda Primera División. Su propuesta, basada en la valentía y el control ofensivo, pretende reconectar al equipo con una identidad más protagonista.
En su presentación, Carrión fue claro: “El equipo es bueno, tiene gente rápida, dos buenos porteros y jugadores con gol. Tenemos que creernos que podemos ser mejores que cualquiera”. Palabras que reflejan tanto ambición como necesidad de autoestima.
El riesgo del retorno
Sin embargo, su regreso no está exento de controversia. En el club lo veneran, pero una parte de la afición aún recuerda las formas de su salida hacia la UD Las Palmas. La sensación de traición sigue latente en algunos sectores del entorno. El tiempo, y sobre todo los resultados, marcarán si esa herida cicatriza.
El fútbol, ya se sabe, tiene memoria corta: si el balón entra, todo se olvida. Pero si no lo hace, el crédito de Carrión podría erosionarse más rápido que el de cualquier recién llegado. Él mismo lo sabe: necesita un arranque sólido para que la nostalgia se transforme en confianza.
Cazorla, la voz de la sensatez
En medio del ruido, la figura de Santi Cazorla emerge como el referente que busca el equilibrio. En su comparecencia, el veterano futbolista fue contundente: “Tenemos dos opciones, o matarnos entre todos o morirnos juntos. Si no estamos unidos, será mucho más difícil salvarnos”. Cazorla lo traduce al idioma carbayón: unión o descenso. No hay término medio. Su rol como líder emocional puede ser determinante para que el vestuario asuma el cambio sin fracturas internas.
Qué puede cambiar con Carrión
Futbolísticamente, el nuevo entrenador aspira a transformar al Oviedo en un equipo más agresivo sin balón y más fluido con él. Quiere que el bloque se adelante, que el equipo recupere en campo rival y que los jugadores de talento —Chaira, Hassan, Reina, Dendoncker— participen más cerca del área. Busca pasar de la supervivencia al protagonismo.
Carrión sabe que su propuesta debe adaptarse a una categoría más exigente. En su etapa en Las Palmas aprendió que Primera no perdona desconexiones: jugar bien no basta, hay que competir cada minuto. Por eso promete equilibrio, valentía y orden. Su reto será combinar la posesión con la contundencia que requiere un equipo destinado a pelear por la permanencia.
Además, podría reactivar a jugadores olvidados, como Luengo, con quien ya coincidió, o Javi López, Reina y Bailly, futbolistas que pueden encontrar un rol más claro bajo su método. El uso de Rondón como referencia más próxima al área y la posibilidad de que Forés o Chaira ganen protagonismo podrían dinamizar el ataque. Colombatto fue un pilar en su Real Oviedo, pero habrá que ver si también lo es en un escenario de Primera.
El mercado como horizonte
La otra gran batalla será sobrevivir hasta enero. El Oviedo necesita llegar con vida al mercado invernal. Su plantilla es una de las más limitadas de la categoría y requerirá refuerzos para sostener la idea de Carrión. No se trata solo de sumar puntos, sino de mantener la fe hasta que lleguen los refuerzos.
En ese contexto, Carrión deberá combinar pragmatismo con ambición. No puede permitirse una revolución táctica inmediata si compromete los resultados, pero tampoco puede renunciar a su esencia. Tendrá que reconstruir el ánimo, dar coherencia al juego y reactivar la conexión emocional con una afición que, como recordó Cazorla, “es inteligente y estará ahí el viernes si ve compromiso”.
Conclusión: entre la razón y el corazón
El cambio de Paunovic a Carrión simboliza la pugna eterna entre la razón y el corazón en el fútbol. Por un lado, la necesidad de resultados inmediatos y la urgencia por asegurar la categoría. Por otro, la búsqueda de una identidad perdida, de un estilo que haga reconocible al Real Oviedo más allá del marcador.
Paunovic fue el hombre del ascenso, el del impulso emocional. Carrión, el del fútbol valiente, el del recuerdo bonito. Entre ambos, se debate un club que ansía crecer, pero que también teme caer.
El Real Oviedo inicia así una nueva etapa, consciente de que los sentimientos pesan tanto como los puntos. Porque en el Tartiere, como en la vida, los cambios no se miden solo en victorias, sino en la capacidad de volver a creer.

Tomy Gavaldá
CEO y redactorCEO y administrador de FutbolFantasy.com desde 2011. Programador informático y desarrollador de aplicaciones multiplataforma. Redactor jefe, community manager y streamer.

